Este
blog está dedicado a bandas, canciones, historia, anécdotas, mitos, zapadas...
pero no por ello podemos dejar de lado las muertes de los artistas y de la
gente. Ese público tan particular que vuelve al rock nacional tan distinto al
resto y heterogéneo a la vez.
Desafortunadamente hoy el rock vuelve a vestirse de luto. Hoy
el rock llora a Ismael Sosa, como lo hizo con Walter Bulacio hace 23 años atrás
y como lloro a los 194 pibes tras aquella fatídica noche del 30 de diciembre
del 2004.
Por la negligencia de los organizadores, de las bandas y
hasta de los propios pibes. Por el patético accionar de la policía y hasta por
la estúpida rivalidad de los diferentes grupos que conforman el movimiento del
rock nacional, la música se ha vestido de negro y cargada de silencios.
Y por ello es que hoy una vez más, como oyentes de rock que
somos, sentimos tristeza, congoja, melancolía por no entender como en un lugar
en el cual disfrutamos tanto puedan ocurrir cosas como estas. Y a pesar
de que sabemos que ese lugar, ese escenario que tantas cosas nos produce no es
una isla dentro de una sociedad cargada de violencia aun así nos resulta
inexplicable que sucedan. Porque no podemos entender como una persona vestida
de policía, puede ver en un pibe que va a un recital de rock una persona
violenta; como puede ser que un pibe que va a un recital de rock a pesar de
conocer y entender lo que paso en Cromañon vuelva a encender una bengala en
pleno recital, en ese mismo recital que Ismael iba a ver y por alguna estúpida
razón alguien le prohibió.
Los nombres propios muertos en el rock a manos de la policía,
por la negligencia de bandas y organizadores y por los propios fanáticos
abundan y hacen falta ser recordados, pero no nombrándolos, recordándolos
trabajando para que no vuelva a pasar, mejorando como sociedad ara que su
muerte no sea en vano.